Vías de la Hispania romana
Las más destacadas poblaciones de la Hispania romanizada aparecen en este mapa, unidas por las principales vías creadas por el poder de Roma.
Reflejo de esa uniformidad cultural creciente fue la adopción de la lengua latina en todos los ámbitos de la vida, al principio en igualdad con las lenguas prerromanas y luego, salvo excepciones en el norte peninsular, con exclusividad, si bien es verdad que se mantuvieron variantes dialectales —al igual que costumbres y tradiciones culturales—, pero que no alteraron la unidad alcanzada. A este respecto es de destacar la capacidad romana de adoptar creencias y costumbres de los pueblos conquistados, asumiéndolas como propias e integrándolas en un todo común.
La romanización se mostró también en la penetración de la religión romana y, sobre todo, de las religiones orientales importadas por Roma —culto de Cibeles, Mitra, cristianismo— en el uso de vestimentas y ajuares; en los tipos constructivos, ya en obras públicas, ya en vivienda privada; en el uso de los nombres romanos con su praenomen, nomen y cognomen; en el uso de la moneda y métrica romanas; en la aceptación del Derecho Romano frente a las costumbres tribales; en las prácticas comerciales y asociacionistas (collegia); en la llegada de hispanos a Roma como emperadores, magistrados o literatos; o en la presencia de hispanos como legionarios desde Britania a Mesopotamia. La inserción de la Península en el mundo romano supuso una mayor apertura a los intercambios comerciales y culturales con el Mediterráneo y más allá, en una identificación con los habitantes también romanizados de Asia, África y resto de Europa. Todavía en torno al año 500 el sur peninsular se resistirá a la penetración germánica y mantendrá lazos de unión con el Imperio romano de Oriente, que posibilitarán la reconquista bizantina de la zona y su mantenimiento hasta el siglo VII, como una consecuencia de ocho siglos de historia y tradición en torno a la idea y al nombre de Roma.
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